La Manada de Lobos y el Ciervo
Había una vez en un bosque tranquilo y frondoso, una manada de lobos que vivía en armonía. Entre ellos, había un ciervo llamado Adrián, quien era apreciado por todos los animales del bosque por su amabilidad y gentileza.
Un día, un grupo de lobeznos, instigados por la curiosidad y la malicia, comenzaron a burlarse de Adrián. Lo seguían constantemente, le tiraban piedras y lo insultaban. Adrián, sintiéndose acosado y desprotegido, intentaba escapar de sus agresores, pero siempre lo alcanzaban.
A medida que pasaban los días, el acoso se volvía más cruel y violento. Los lobeznos, influenciados por un líder malintencionado, intensificaron sus ataques. Adrián, sintiéndose cada vez más solo y vulnerable, no sabía a quién recurrir.
Un día, después de un violento episodio, Adrián fue encontrado gravemente herido por el líder de la manada de lobos, quien lo llevó a un lugar seguro y lo cuidó hasta que se recuperó. Con el tiempo, Adrián sanó físicamente, pero las cicatrices emocionales permanecieron.
La manada de lobos, conmovida por lo sucedido, decidió enfrentar al líder malintencionado y a los lobeznos que habían causado tanto daño a Adrián. Con valentía y determinación, se unieron para detener el acoso y promover la tolerancia y el respeto en todo el bosque.
Con el tiempo, el bosque se convirtió en un lugar más seguro y acogedor para todos sus habitantes. Adrián, a pesar de las dificultades que enfrentó, encontró consuelo y amistad entre los lobos que lo protegieron, y juntos, trabajaron para construir un futuro mejor.
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